Cayetano Santos Godino, conocido como el Petiso Orejudo, es uno de los asesinos en serie más infames de Argentina. Su nombre sigue resonando en la historia criminal del país más de un siglo después de sus crímenes. A principios del siglo XX, Buenos Aires se transformaba rápidamente en una metrópolis densa y contrastada socialmente. Fue en este contexto urbano que emergió la figura aterradora de Godino, un joven cuya brutalidad y falta de remordimientos dejaron una marca indeleble en la sociedad.
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El Petiso Orejudo :: El Niño Asesino
El apodo de “Petiso Orejudo” proviene de su peculiar apariencia física: baja estatura y grandes orejas, combinados con su comportamiento violento desde temprana edad. Nacido en una familia de inmigrantes italianos, Godino creció en un entorno de pobreza y violencia. Sus trastornos psicológicos lo llevaron a cometer una serie de crímenes atroces. Esta historia refleja no solo el terror y crimen, sino también las deficiencias sociales y judiciales de la época.
Cayetano Santos Godino
El Petiso Orejudo, con su modus operandi, la soga o piola que utilizaba como cinturón.
Reyna Bonita Vaínicoff tenía apenas 5 años
Estación Vail. Estación de tranvía del barrio de Boedo, que estuvo en funcionamiento hasta 1962
Ficha policial con sus huellas dactilares
Noticia publicada el 4 de diciembre de 1912
Piedra y clavo usados para asesinar a una de sus víctimas
Jesualdo Giordano
Charla con el director de la cárcel del fin del mundo
Los Primeros Años
Cayetano Santos Godino nació el 31 de octubre de 1896 en Buenos Aires, Argentina, en una familia numerosa y extremadamente pobre. Sus padres, Fiore Godino y Lucía Ruffo, eran inmigrantes italianos. Fiore era farolero y albañil, conocido por su alcoholismo y comportamiento violento debido a enfermedades como la sífilis. Lucía, su madre, era una figura ausente y negligente, incapaz de proporcionar el cuidado necesario. La familia vivía en un conventillo, una vivienda colectiva que albergaba a muchas familias inmigrantes en condiciones de hacinamiento.
Desde una edad temprana, Cayetano mostró signos de comportamiento perturbador. A los 7 años, ya era conocido por el maltrato animal y la piromanía, disfrutando al torturar animales pequeños y causando incendios. En 1904, incendió el almacén de su padre, evidenciando su impulso destructivo. En el mismo año, intentó asesinar a Miguel de Paoli, un niño de su vecindario, golpeándolo y arrojándolo a una zanja.
En 1906, a los 10 años, Cayetano cometió su primer asesinato conocido, estrangulando a María Rosa Face, una niña de tres años, y enterrándola viva. Este crimen mostró la progresión de su violencia y su capacidad para actos de extrema crueldad. En 1908, fue arrestado por intentar incendiar una fábrica de zapatos, lo que llevó a su internamiento en un reformatorio, aunque su estancia fue breve y sin éxito en cambiar su comportamiento.
El entorno en el que creció Cayetano, caracterizado por la pobreza extrema, la violencia doméstica y la negligencia parental, contribuyó significativamente al desarrollo de sus tendencias antisociales. La falta de intervención adecuada permitió que su comportamiento se intensificara, llevando a una espiral de violencia que culminaría en una serie de crímenes atroces en los años siguientes. La infancia de Cayetano es un ejemplo de cómo una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales puede contribuir al desarrollo de un asesino en serie.
Escalada de Violencia
A medida que Cayetano Santos Godino crecía, sus actos de violencia se intensificaron significativamente. Entre 1904 y 1912, cometió varios intentos de asesinato y agresiones graves que marcaron la escalada de su comportamiento criminal. En 1904, a los 7 años, intentó asesinar a Miguel de Paoli, golpeándolo brutalmente y arrojándolo a una zanja. Este incidente fue un claro indicio del peligro que Cayetano representaba para los demás.
En 1906, a los 10 años, Cayetano cometió su primer asesinato conocido. Estranguló a María Rosa Face, una niña de tres años, y la enterró viva. Este crimen mostró la progresión de su violencia y su capacidad para actos de extrema crueldad. La frialdad con la que llevó a cabo este asesinato y su posterior indiferencia ante el sufrimiento de su víctima destacaron su profundo trastorno psicológico.
Durante los años siguientes, Godino continuó perpetrando actos de violencia. En 1908, fue arrestado por intentar incendiar una fábrica de zapatos, un ejemplo de su piromanía y deseo de causar destrucción. Fue internado en un reformatorio, pero su estancia fue breve y no cambió su comportamiento. Al poco tiempo de salir, volvió a las calles de Buenos Aires y siguió cometiendo actos violentos.
En 1912, la brutalidad de Godino alcanzó su apogeo. Atacó a Arturo Laurora, un niño de 13 años, y poco después prendió fuego a Reyna Vainicoff, una niña de cinco años, que murió tras varios días de agonía. Su crimen más conocido fue el asesinato de Jesualdo Giordano, de tres años, a quien mató clavándole un clavo en la cabeza. Estos actos de violencia extrema finalmente llevaron a su captura.
Crímenes en Serie
En el año 1912, la violencia de Cayetano Santos Godino alcanzó niveles aterradores, consolidando su reputación como uno de los asesinos más brutales de la historia argentina. En ese año, cometió varios crímenes que sacudieron a la sociedad de Buenos Aires y dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva del país.
Uno de sus primeros crímenes en 1912 fue el ataque a Arturo Laurora, un niño de 13 años. Arturo fue encontrado en una casa abandonada, brutalmente golpeado y dejado para morir. Este ataque mostró no solo la ferocidad de Godino, sino también su capacidad para planificar y ejecutar actos de violencia en lugares alejados de la vista pública. Poco después, Godino atacó a Reyna Vainicoff, una niña de cinco años. En un acto de crueldad indescriptible, le prendió fuego, causando quemaduras graves que le provocaron la muerte tras varios días de agonía. La brutalidad de este crimen conmocionó a la comunidad y generó un gran temor entre los padres de Buenos Aires.
El crimen más conocido de Godino fue el asesinato de Jesualdo Giordano, un niño de tres años. En un acto de sadismo extremo, Godino atrajo a Jesualdo a un sitio apartado y le clavó un clavo en la cabeza, causándole la muerte de manera instantánea. Este acto de violencia sin precedentes fue el que finalmente llevó a su captura. El cuerpo de Jesualdo fue encontrado en un terreno baldío, y la evidencia apuntaba directamente a Godino, quien no mostró ningún remordimiento al ser arrestado.
Además de estos crímenes, se le atribuyen varios intentos de asesinato. Entre ellos, el ataque a Roberto Russo, un niño de dos años, al que estranguló hasta dejarlo inconsciente. También se le vinculó con la muerte de Catalina Naulener, una niña de cinco años, encontrada estrangulada en un terreno baldío. Estos ataques reflejaban una escalada continua en la violencia de Godino y una falta total de empatía hacia sus víctimas.
La frecuencia y brutalidad de los crímenes de Cayetano Santos Godino generaron un pánico generalizado en Buenos Aires. Las autoridades estaban bajo una intensa presión para capturar al responsable y poner fin a la ola de terror que se había apoderado de la ciudad. La captura de Godino no solo puso fin a su serie de crímenes, sino que también marcó un hito en la criminología argentina, al destacar la importancia de la intervención temprana y adecuada en casos de comportamientos violentos desde una edad temprana.
Captura y Juicio
La captura de Cayetano Santos Godino se produjo tras el asesinato de Jesualdo Giordano en diciembre de 1912, un crimen que conmocionó a la comunidad y puso a las autoridades en alerta máxima. La brutalidad del acto, que involucró clavar un clavo en la cabeza de un niño de tres años, no dejó dudas sobre la peligrosidad de Godino. La policía, bajo una intensa presión pública para resolver el caso, intensificó sus investigaciones y pronto encontró pruebas irrefutables que señalaban a Godino como el perpetrador. Durante el interrogatorio, Godino confesó no solo este asesinato, sino también una serie de otros crímenes que había cometido a lo largo de los años. Su confesión detallada dejó claro que su escalada de violencia no había sido un evento aislado, sino parte de un patrón de comportamiento profundamente perturbador.
El juicio de Cayetano Santos Godino fue un evento altamente mediático, que atrajo la atención de toda la nación. Durante el proceso, salieron a la luz los detalles espeluznantes de sus crímenes, incluidos los métodos crueles que utilizaba para atraer y asesinar a sus víctimas. Los testimonios de los testigos y la evidencia presentada por la fiscalía pintaron un retrato de un joven profundamente trastornado y peligroso. La defensa intentó argumentar que Godino no era plenamente consciente de sus acciones debido a su corta edad y posible discapacidad mental. Sin embargo, los testimonios de los expertos y las propias confesiones de Godino mostraron una comprensión clara de sus actos y una intención deliberada de causar daño.
Finalmente, Godino fue condenado y enviado primero a un reformatorio y luego a la prisión de Ushuaia, conocida como el “Fin del Mundo” por su ubicación remota y condiciones extremadamente duras. En prisión, continuó mostrando comportamientos violentos, atacando a otros reclusos y causando problemas constantes a los guardias. Su vida en prisión fue una extensión de la violencia y el caos que había sembrado en el exterior. Murió en su celda en 1944, dejando tras de sí una estela de horror y preguntas sin resolver sobre las causas profundas de su comportamiento. La captura y juicio de Cayetano Santos Godino no solo pusieron fin a una serie de crímenes atroces, sino que también destacaron la necesidad de comprender y tratar adecuadamente los problemas mentales y comportamentales desde una edad temprana para prevenir futuros actos de violencia.
Vida en Prisión
Tras su captura y juicio, Cayetano Santos Godino fue inicialmente enviado a un reformatorio, pero debido a su conducta violenta y la gravedad de sus crímenes, fue trasladado a la prisión de Ushuaia en 1923. Conocida como el “Fin del Mundo” por su ubicación remota en Tierra del Fuego, Ushuaia era famosa por sus duras condiciones y su población de prisioneros de alta peligrosidad. Para un joven como Godino, de solo 16 años, el entorno de esta prisión era particularmente brutal. La vida en Ushuaia era un castigo severo, con temperaturas extremas, instalaciones rudimentarias y un régimen de trabajo forzado que pocos podían soportar.
En prisión, Godino continuó mostrando su comportamiento violento y perturbado. Desde el inicio, se involucró en peleas con otros reclusos y se convirtió en un problema constante para los guardias. Su agresividad no se limitaba solo a los seres humanos; también maltrataba y mataba animales, lo que aumentaba su fama de ser un individuo extremadamente peligroso. Su celda, la número 90, se convirtió en un lugar temido dentro de la prisión, ya que Godino no mostraba signos de arrepentimiento ni mejora en su conducta. A pesar de las condiciones adversas y el aislamiento, su comportamiento no mejoró, lo que reflejaba la profundidad de su trastorno mental.
Las autoridades penitenciarias intentaron varias veces controlar su conducta a través de castigos severos y aislamiento, pero estos métodos demostraron ser ineficaces. Godino seguía siendo un recluso problemático, y su presencia en Ushuaia era una constante fuente de preocupación. Los informes de los guardias y otros prisioneros describen a Godino como un individuo frío y calculador, con una tendencia a la violencia que no disminuía con el tiempo. La falta de programas de rehabilitación adecuados y el enfoque punitivo de la época no hicieron más que empeorar su estado mental, dejándolo atrapado en un ciclo interminable de violencia y castigo.
El final de la vida de Godino en prisión llegó el 15 de noviembre de 1944, cuando fue encontrado muerto en su celda. Las circunstancias exactas de su muerte siguen siendo objeto de especulación. Algunos informes sugieren que fue asesinado por otros prisioneros, quienes finalmente se cansaron de sus constantes problemas y violencia. Otros creen que su muerte fue el resultado de las duras condiciones de vida y el deterioro de su salud mental y física. La muerte de Godino cerró un capítulo oscuro en la historia criminal de Argentina, pero dejó muchas preguntas sin respuesta sobre la naturaleza del mal y el tratamiento de individuos con trastornos graves. La vida en prisión de Cayetano Santos Godino destaca la necesidad de un enfoque más compasivo y efectivo en el tratamiento de reclusos con problemas mentales, y subraya las fallas de un sistema que en su momento solo conocía el castigo como solución.
Perfil Psicológico
Desde una perspectiva criminológica y psicológica, el caso de Cayetano Santos Godino ha sido objeto de numerosos estudios y debates. Exhibía signos claros de psicopatía y trastornos mentales graves desde una edad temprana. Sus actos de maltrato animal y su tendencia a la piromanía fueron los primeros indicadores de un comportamiento antisocial profundo. Estos comportamientos son comunes en perfiles de individuos con trastornos psicopáticos, que a menudo comienzan mostrando crueldad hacia los animales antes de escalar a la violencia contra las personas. La ausencia de empatía y la capacidad de causar dolor sin remordimiento son características definitorias de su perfil.
Los expertos de la época, influenciados por las teorías positivistas de Cesare Lombroso, intentaron encontrar una correlación entre las características físicas de Godino y su comportamiento criminal. Lombroso creía que los criminales nacían con ciertos rasgos físicos, y Godino, con sus grandes orejas y desproporciones físicas, parecía encajar en este molde. Sin embargo, aunque hoy en día estas teorías están desacreditadas, en su momento proporcionaron una base para entender el comportamiento de Godino. Los informes médicos de la época destacaban su bajo coeficiente intelectual y su desarrollo emocional limitado, describiéndolo como un individuo con una mentalidad infantil atrapada en un cuerpo en crecimiento.
Las condiciones de su hogar también jugaron un papel crucial en el desarrollo de su perfil psicológico. Creció en un entorno de violencia doméstica, negligencia parental y extrema pobreza, factores que contribuyeron a su comportamiento desviado. Su padre era un alcohólico violento, y su madre, una figura ausente y negligente, incapaz de proporcionarle el apoyo emocional necesario. Este entorno tóxico, combinado con una predisposición genética y psicológica, creó el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de su comportamiento criminal. La falta de intervención adecuada por parte de las autoridades y la sociedad permitió que estos problemas se intensificaran sin control.
Además de los factores ambientales y físicos, el comportamiento de Godino también puede ser analizado desde el punto de vista de la psicología del desarrollo. Las experiencias traumáticas en la infancia, como el abuso y la negligencia, pueden tener un impacto profundo y duradero en el desarrollo psicológico de un individuo. En el caso de Godino, estas experiencias parecen haber exacerbado una predisposición natural a la violencia y la falta de empatía. Su incapacidad para formar relaciones significativas y su tendencia a ver a otros seres humanos como objetos de su placer sádico reflejan un profundo daño psicológico. Estos factores combinados subrayan la importancia de una intervención temprana y adecuada para prevenir el desarrollo de comportamientos criminales en individuos con antecedentes similares.
En resumen, el perfil psicológico de Cayetano Santos Godino es complejo y multifacético. Sus actos de violencia extrema desde una edad temprana, combinados con su falta de empatía y comportamiento antisocial, lo convierten en un caso clásico de estudio en criminología y psicología. A través del análisis de su vida y comportamiento, se pueden extraer valiosas lecciones sobre la importancia de abordar los problemas mentales y emocionales desde una edad temprana, proporcionando el apoyo y la intervención necesarios para evitar que individuos con predisposiciones similares sigan un camino de violencia y crimen.